El refrán popular dice "Lo que no mata, fortalece" pero, ¿Cuál es la mirada judía?

"…Este es el gran desafío del dolor: ¿le permitiremos que nos debilite, o lo veremos como un catalizador que nos permita ir más a lo profundo de nosotros mismos y de nuestras creencias? ¿ permitiremos que las emociones distorsionen nuestro sentido interior de la verdad, o reconoceremos el dolor como una encrucijada de la que saldremos más fuertes que nunca?
…Cuanto mejor comprendamos nuestras vidas cuando las cosas van bien, mejor nos arreglaremos con el dolor cuando golpee. Un árbol con raíces fuertes puede soportar una tormenta violenta, pero no puede pretender desarrollar esas raíces cuando la tormenta ya se está desencadenando. Cuando vemos la vida limitada al aquí y ahora, a la inmediatez de una existencia corporal, nos veremos asustados y heridos cuando algo ataca esa existencia. Cuando somos concientes de un panorama más amplio, en cambio, de una realidad espiritual, además de la física, el dolor es sólo un componente. Mientras que el dolor es, en última instancia, efímero (ya sea físico, emocional o espiritual) la vida es eterna, y lo que más importa son las contribuciones a largo plazo que hagamos. A este fin, debemos buscar la energía positiva que produce nuestro sufrimiento. Como las preciosas contadas gotas de aceite que pueden extraerse sólo cuando se aplastan las aceitunas, el sufrimiento puede llevarnos a reconsiderar el sentido de nuestra existencia, a comprometernos más plenamente con nuestro desarrollo espiritual.
…Esto no equivale a sugerir que el dolor en sí mismo sea bueno, ni que debamos aceptarlo pacíficamente. De hecho, debemos expresar a pleno nuestros sentimientos de dolor, y hacer todo lo que esté en nuestro poder para aliviar el sufrimiento en nosotros y en los demás.
…Es nuestro deber descubrir cómo el dolor puede ser una bendición disfrazada, y superar el dolor y restaurar la armonía de nuestro cuerpo y alma. Consideremos la inevitable frustración que precede a todo crecimiento creativo, o el intenso dolor que siente una mujer cuando da a luz. No importa lo agudo que pueda ser ese dolor, en última instancia es absorbido por el bien que produce.
¿Cómo aliviamos nuestro dolor?
El dolor es una experiencia solitaria.
Es muy difícil librarse solos de la garra viciosa del dolor, pues el dolor mismo puede tenernos de rehenes, limitando nuestra actividad y visión a un punto donde somos casi impotentes. Es esencial, entonces, acudir a la familia o a los amigos para obtener una perspectiva más amplia.
La liberación del dolor empieza con el movimiento: apartándonos, distrayéndonos de la situación dolorosa… Este movimiento puede ser tan simple como encontrar un nuevo amigo, leer un nuevo libro, involucrarse en un proyecto, o tomar una clase: cualquier cosa que ayude a alterar nuestra perspectiva solitaria y miope sobre nosotros mismos y el mundo.